El sol tras las encinas.Foto de la autora |
Me vence el
peso de la tristeza
y no puedo
ni abrir los ojos.
Levantar la
cabeza es tarea imposible
y el futuro
sólo es una
sombra borrosa.
Él era toda nuestra
Fuerza.
Podía permanecer
intacto,
inasequible a
la desdicha.
Pero lo vi
marcharse
despacio,
sin una
queja,
aferrado hasta
el final a la Vida,
imperturbable
en su coraza,
sereno en su
fortaleza.
Vi cómo se evaporaba
delante de
mis ojos,
cómo abandonado
ya en el Todo
pudo
recomponer su cara
con una
media sonrisa:
Todo está
cumplido,
os dejo un legado
infinito
para compensar
mi ausencia.
Ojalá que el
dolor del absurdo
no os arrase
por el camino.