sábado, 19 de enero de 2019

Cincel de Angustias

La Vera. Foto de Angustias Ventura

Hace tiempo que debo estas letras
y las escribo hoy
antes de acabar el año,
para tener una ilusión pequeña
de palabras prestadas.

Sé que no cambiarán nada,
que no te consolarán siquiera,
y aún así las escribo,
para encontrarme contigo
en medio de este camino
algo oscuro y desolado.

Porque te vi a lo lejos
y te supe sola 
en medio de tu desconcierto,
y quise compartir el mío 
aunque todo fuera inútil.

Yo tampoco entiendo nada.
No sé por qué los grandes 
están tan solos.
Por qué los débiles 
seguirán desamparados.
Y me rebelan,
como a ti,
los que viven tranquilos
y satisfechos,
sin arriesgar nada,
sin miedo al futuro,
sin compromiso alguno
más allá del gusto 
por divagar un poco.

Como tú
yo también fui invisible
para los que solo ven recursos
o enemigos
(ese ninguneo 
que es peor que el desprecio).
Y por eso y por más 
me rebelo contigo,
hermanadas por la vida,
por la muerte,
por el fado.

Recuerdo cuando nos encontramos
ya hace años.
Yo perdida y confusa,
tú reconstruida y brillante.
Entonces te seguí 
hacia otro mundo.
Y ahora que estamos ya en él,
apenas cruzando sus lindes,
miro atrás 
y te veo,
miro adelante
y te veo.
Y se me alegra el alma
de agradecimiento puro,
y me gustaría corresponder
con unas cuantas certezas.
Pero no tengo ninguna.

Nada podemos hacer,
solo aceptar el destino
(en los días lúcidos),
tornar la muerte en luz,
y las renuncias, 
en cincel de esencias.

Pocos lo consiguen.
Tú lo hiciste,
aunque sé bien
que no te consuela.

Consoladas o no
seguiremos juntas.
Nos bastará permanecer 
para que la risa brote
con esa fuerza
que reconstruye el mundo. 

viernes, 18 de enero de 2019

Café con galletas



Hoy desayuné dos galletas
como hacía mi padre:
cada mañana
de pie
en la cocina
con su sonrisa puesta 
y sus dos galletas en el café,
y la cuchara pequeña 
revolviendo el azúcar.
Perfecto,
guapo y dispuesto para empezar el día,
con su energía infinita
desplegada en cada gesto,
eficaz repelente de dramas y molestias.

Yo nunca desayuno galletas
y no sé por qué lo hice hoy.

Quizá las trajo él
para que sepa que está,
invisible en el camino,
apartando algunos obstáculos,
colocando algunas señales,
abrazándonos cuando dormimos.

"Confía", me han dicho mis galletas,
"te siguen cuidando
amorosamente,
compulsivamente
como cuando eras niña.
Todo está bien
en su lugar preciso.
Confía"

Y confiada he seguido el día,
feliz con mis recuerdos
y mis galletas.