domingo, 7 de enero de 2018

Poema para el invierno

Álbum familiar de la autora


Recuerdo aquellos veranos,
repetidos hasta el infinito,
cuando mirábamos el mar 
desde una torre sobre la arena. 

Recuerdo sobre todo aquella luna, 

blanca e inmensa,
que dibujaba caminos de luz sobre las olas.

Yo recorría aquellos caminos, 

en pijama,
cuando todos dormían,
y hablaba con criatura mágicas 
que bailaban con la espuma
y cantaban a voz en grito.

Luego volvía a mi habitación

en aquella torre
y escuchaba el oleaje,
su ir y venir.
Aquel susurro rítmico,
interminable,
que me adormecía sin remedio.

Después miraba la luna

y ella me guiñaba un ojo
y me mostraba otra vez el camino
y yo volvía a recorrerlo.

El camino de la luna,

ese al que tantas veces he vuelto,
ya sin ti.

Entonces tú estabas,

velando siempre,
al otro lado de la puerta.
Y yo te sentía sin verte,
segura en mis andanzas
de niña insomne.

También hoy te siento 

sin verte,
sin oírte,
sin tocarte,
sin hablarte.

Ahora todo es más confuso.

Ahora soy yo la que vela 
y nada sigue mis designios.

No me dejaste tu vara de mando, 

ni los conjuros de hombre sabio.
Desaparecieron contigo.
Y así todo es más difícil,
imposible casi.

Aunque aún siento tu abrazo

sobre las olas, 
o sobre la nieve 
de este poema de invierno.

Y está el camino de la luna

con sus criaturas mágicas
que ahora bailan con mis hijos.

Por eso sé

que pasará el invierno,
y en algún momento
encajarán las piezas 
de todo lo que ahora es tan incierto.