sábado, 27 de octubre de 2018

Sororidad Sonora

Foto de la autora con la mano derecha vendada por una quemadura. Álbum familiar.

De niña me quemé la mano
con un carbón ardiendo.

Se me arrugó la piel
en unos pliegues oblicuos
que contaron que me haría mayor,
que el camino no sería fácil,
que andaría muchas vidas
para llegar al mismo sitio.

Pero llegó mi madre, 
me vistió de rojo
y me regaló la magia de las palabras.

Y mi amiga Ana, 
ya en el colegio,
me ordenó los pliegues 
y me borró los dramas.

Y hace poco, Angustias trajo la luz
de las profundidades,

Cris, 
la determinación
y los bolis de colores,

Elvira, 
el poder mágico 
de la alegría,

Pilar, 
un espejo limpio de sombras
y un micrófono.


Y Fernanda me habló con su risa
trasatlántica y vital,
infinita bajo el océano.

Y hoy está aquí conmigo,
con todos,
con todas.

Sororidad sonora y global
para tejer la red
que salvará el mundo.

viernes, 5 de octubre de 2018

De nuevo la Nada


Mi madre duerme hoy
en una casa sin muebles.
Y yo espero,
ilusa de mí,
que al despertar
encuentre todo en su sitio.

Aún no sé cuál es el orden
que más conviene a los vivos,
si hasta los muertos
(los nuestros)
lo descolocan todo.

Sé que mi padre encontró el camino
a la nueva casa
y espera paciente el bullicio
sentado en sillas vacías.

Sé que se alegra,
porque solo el fluir acompaña
(hace poco él me lo dijo).

Aunque solo los fuertes resisten
(esa es la trampa)
como resistió él mismo,
como resistió mi madre,
como resiste hoy
en nuestra casa
vacía y sin muebles.