Río Guadiana a su paso por Mérida. Foto de la autora
Sigue el agua color tormenta.
Es el fango del fondo
que sube
removido por las lluvias de ayer.
Hoy le acuna el rumor de hojas secas
y la brisa helada del invierno.
Se asoma
y se mira en el espejo liso del río,
pintado de simetrías de árboles.
Tiene que volver al lecho
y le cuesta.
Rehúye el sueño,
como las almas traviesas,
y sigue
tintando el agua de oscuro.
"Ya me posaré más tarde"
se dice mientras baila.
"Que me refleje el sol
y la risa de los niños
y este pequeño caos de familias
saliendo en tropel
tras la lluvia
una tarde de domingo".