viernes, 26 de junio de 2015

Don Manolo, el maestro mago


Había una vez un mago que conocía el secreto de los niños: sabía que cada uno guarda un cofre en las nubes, en esas donde los niños tienen siempre la cabeza. Sssshhhhhh.

Era un mago muy curioso y se propuso seriamente descubrir lo que cada niño atesoraba.

Con mucha dedicación descubrió lo que cada uno escondía. Y una vez logrado el objetivo, les enseñó muchas formas de encontrar tesoros nuevos. También a intercambiarlos para crear cosas juntos.

Estaba seguro de que así podrían llegar a ser grandes magos, como él mismo, o lo que cada uno quisiera: bailarín, futbolista de la Selección Española, cocinero, científica premio Nobel, ingeniera aeronáutica, soñadora, patinadora, astronauta, filósofo ... ¿Quién sabe los sitios tan lejanos a los que llegarán estos niños?. Quizá no podamos ni imaginarlos si quiera.

Desde luego están en camino, porque la técnica de nuestro maestro mago es infalible: seriedad profesional a la altura del aprendiz, trabajo mágico sin descanso, canciones a tutiplén, sonrisas indelebles, paciencia infinita, diversión sin tino y cariño sin medida.

Sabemos que nuestros niños han aprendido bien. Estamos seguros. Porque este mago también se tomó el tiempo de enseñarnos a los padres. Y pudimos ver dentro de los cofres cerrados.

Así hemos podido comprobar, que los niños hace tiempo que guardaron el nombre de Don Manolo en su caja de tesoros. Y allí quedará grabado por siempre jamás.

jueves, 18 de junio de 2015

Inercias hacia el absurdo


Miro alrededor 
y veo derrumbarse el mundo,
por todas partes,
a todas horas,
en tantos rostros grandes y pequeños.

Nadie parece darse cuenta.
Todos juegan alegres a las casitas
o fingen indignaciones varias.
Superioridades morales,
falsas,
fatuas,
impostadas.

Criticamos a los corruptos
y mantenemos corruptelas.
No hay otra opción.
Nadie tiene la culpa.
Sólo nos arrastra la inercia
y andamos sin rumbo ni consciencia,
saturados por tantas pequeñeces.

Nuestro mundo pequeño,
confortable y ridículo,
es lo único posible.

Aunque puede no ser eterno.
Quizá algún día 
la demolición comience
y nos llegue la ola de la catástrofe.

Será entonces tarde para reflexiones 
o lamentos,
para pensar qué debimos hacer
cuando eran otros los que sufrían.
Parecían estar tan lejos.....
Sus vidas parecían valer tan poco…
Siempre menos que las nuestras.

¿Y si todo fuera absurdo?
Hoy no puedo ver el sentido
atrapada en esta inercia insufrible