Esta vida gris que se me ha dado,
que vivo con pesar
y a Ti me lleva
mientras sigo instalada en el anhelo.
Solo sé buscar culpables
y ahogarme a cada paso
en un error imaginario.
Inicio caminos
que se agotan sin remedio
y juzgo con dureza
hasta que una grieta se abre
en la realidad misma.
Y descanso
de lo inútil de mi esfuerzo.
Esa grandilocuencia absurda,
tan dañina
que todo lo arrasa.
Si solo el abrazo importa.
El abrazo
y la luz
que se cuela a veces
por las rendijas.
Entonces río por un instante
y brotan las lágrimas
y el sosiego.
A ratos vuelve el gris
con su falta de oxígeno.
Pero ahora sé que hay grietas
por donde se escapan la luz
y la risa,
y que el gris,
tan opaco,
tan sin brillo,
es lo que nos limpia
y nos salva.