Castillo de Alange. Foto de la autora 2017 |
Quizá sea por mi infancia tan feliz,
tan protegida contra todo.
Quizá por mi madre huérfana
o por los niños felices que llegaron.
Quizá por los días intensos
de los que se hicieron mis años.
Por mi búsqueda insensata y compulsiva.
Por mi razón de uso temprano.
Por el fracaso impuesto.
Por los miles de surcos hechos de lágrimas
propias y ajenas.
Quizá por todo eso
descubrí una línea en mi historia,
difusa si quieres,
en que la vida
tan protegida contra todo.
Quizá por mi madre huérfana
o por los niños felices que llegaron.
Quizá por los días intensos
de los que se hicieron mis años.
Por mi búsqueda insensata y compulsiva.
Por mi razón de uso temprano.
Por el fracaso impuesto.
Por los miles de surcos hechos de lágrimas
propias y ajenas.
Quizá por todo eso
descubrí una línea en mi historia,
difusa si quieres,
en que la vida
se convirtió en entrega.
Yo ya no importé.
Nunca más.
Menos aún mis espejismos.
Todo empezó a disminuir,
lentamente,
hacia un horizonte pacífico
hecho de todas nuestras heridas.
Voy aprendiendo
que no hay otro camino
y he dejado de rebelarme.
Lo mejor es que soy feliz
en esta espera
despojada de pretensiones,
acompañada por mis amigos queridos
que me preceden
en años,
en viajes,
en heridas,
en búsquedas,
en oraciones,
en dolor,
acompañada por mis amigos queridos
que me preceden
en años,
en viajes,
en heridas,
en búsquedas,
en oraciones,
en dolor,
en sabiduría.