Tengo la lentitud
como criterio de verdad,
como bien supremo
y fuente de todo gozo.
He renunciado a la prisa
y ya no tributo a la diosa eficiencia.
Solo contemplo el transcurrir de todo
atenta a señales diminutas.
Seré tan lenta como pueda.
Preferiré ir despacio
a dormir,
a comer,
a cumplir objetivos.
Y lo mantendré en secreto
para que no me expulsen del mundo.