Foto de la autora. Otoño en la Isla del Guadiana 2020 |
Hay veces que viajo
en el tiempo.
Salta un resorte
secreto,
uno que
desconozco,
nunca sé por qué
despierta
ni por cuánto
tiempo.
Solo sé que me
lleva siempre a aquel instante,
a ese preciso
momento
en que aferraba tu
mano
y desgranaba un rosario de madera.
Viajo en el tiempo
y nos veo,
tú despidiéndote
en silencio,
mirando hacia lo
invisible
como sin darle
importancia.
Yo viéndote ir
lentamente.
Mi corazón
detenido en tus ojos abiertos.
Ni una lágrima.
Ni un suspiro.
Solo mis ojos
fijos en los tuyos.
Aquel momento
sagrado
lo cubrió todo.
Toda mi alma.
Todos los cielos.
Todo el futuro.
Todo el dolor se
adormeció
por unas horas,
unos días,
unos meses.
Hasta que tu
ausencia se impuso,
y el vacío y el
desconcierto,
y esa angustia que solo se diluía con lágrimas.
Todas las que no lloramos entonces.
Viajo en el tiempo y nos veo.
Sigo diluyendo la angustia.
Pero ahora sé que todo está bien.
Cada uno hacia su destino
y tú en cada uno de nuestros pasos.