sábado, 24 de noviembre de 2018

Lágrimas acumuladas



Lágrimas acumuladas. Foto de la autora

En esta vida de locos
mis lágrimas se acumulan
como un lastre pesado.

No tengo tiempo ni para abrirles la puerta,
y se agolpan detrás de mis ojos,
cada vez con más urgencia.

Noto la presión en la sien,
en el pecho,
en el alma.
Pero tengo que seguir corriendo.

Descanso a penas un momento
para soltar un chiste,
breve,
y aligerar la carga.
...

Menos mal que puedo dibujarlas,
en mi pizarra Vileda.

Menos mal que a ellas,
a mis lágrimas, 
les gusta verse en mis dibujos, 
guapas y sonrientes como las pinto.

Por eso se conforman,
y siguen esperando detrás de mis ojos.


Lalo también espera,
paciente como fue siempre.
Él sabe que no le olvido,
que es el tiempo el que me arrasa.


sábado, 27 de octubre de 2018

Sororidad Sonora

Foto de la autora con la mano derecha vendada por una quemadura. Álbum familiar.

De niña me quemé la mano
con un carbón ardiendo.

Se me arrugó la piel
en unos pliegues oblicuos
que contaron que me haría mayor,
que el camino no sería fácil,
que andaría muchas vidas
para llegar al mismo sitio.

Pero llegó mi madre, 
me vistió de rojo
y me regaló la magia de las palabras.

Y mi amiga Ana, 
ya en el colegio,
me ordenó los pliegues 
y me borró los dramas.

Y hace poco, Angustias trajo la luz
de las profundidades,

Cris, 
la determinación
y los bolis de colores,

Elvira, 
el poder mágico 
de la alegría,

Pilar, 
un espejo limpio de sombras
y un micrófono.


Y Fernanda me habló con su risa
trasatlántica y vital,
infinita bajo el océano.

Y hoy está aquí conmigo,
con todos,
con todas.

Sororidad sonora y global
para tejer la red
que salvará el mundo.

viernes, 5 de octubre de 2018

De nuevo la Nada


Mi madre duerme hoy
en una casa sin muebles.
Y yo espero,
ilusa de mí,
que al despertar
encuentre todo en su sitio.

Aún no sé cuál es el orden
que más conviene a los vivos,
si hasta los muertos
(los nuestros)
lo descolocan todo.

Sé que mi padre encontró el camino
a la nueva casa
y espera paciente el bullicio
sentado en sillas vacías.

Sé que se alegra,
porque solo el fluir acompaña
(hace poco él me lo dijo).

Aunque solo los fuertes resisten
(esa es la trampa)
como resistió él mismo,
como resistió mi madre,
como resiste hoy
en nuestra casa
vacía y sin muebles.

domingo, 7 de enero de 2018

Poema para el invierno

Álbum familiar de la autora


Recuerdo aquellos veranos,
repetidos hasta el infinito,
cuando mirábamos el mar 
desde una torre sobre la arena. 

Recuerdo sobre todo aquella luna, 

blanca e inmensa,
que dibujaba caminos de luz sobre las olas.

Yo recorría aquellos caminos, 

en pijama,
cuando todos dormían,
y hablaba con criatura mágicas 
que bailaban con la espuma
y cantaban a voz en grito.

Luego volvía a mi habitación

en aquella torre
y escuchaba el oleaje,
su ir y venir.
Aquel susurro rítmico,
interminable,
que me adormecía sin remedio.

Después miraba la luna

y ella me guiñaba un ojo
y me mostraba otra vez el camino
y yo volvía a recorrerlo.

El camino de la luna,

ese al que tantas veces he vuelto,
ya sin ti.

Entonces tú estabas,

velando siempre,
al otro lado de la puerta.
Y yo te sentía sin verte,
segura en mis andanzas
de niña insomne.

También hoy te siento 

sin verte,
sin oírte,
sin tocarte,
sin hablarte.

Ahora todo es más confuso.

Ahora soy yo la que vela 
y nada sigue mis designios.

No me dejaste tu vara de mando, 

ni los conjuros de hombre sabio.
Desaparecieron contigo.
Y así todo es más difícil,
imposible casi.

Aunque aún siento tu abrazo

sobre las olas, 
o sobre la nieve 
de este poema de invierno.

Y está el camino de la luna

con sus criaturas mágicas
que ahora bailan con mis hijos.

Por eso sé

que pasará el invierno,
y en algún momento
encajarán las piezas 
de todo lo que ahora es tan incierto.