miércoles, 4 de febrero de 2015

Desde el tren

Camino de Aljucén. Foto de Pablo Manzano


Observo la vida desde el tren,
ese inacabable suceder
de formas y colores.

Y me sorprendo admirando
la profunda belleza de las cosas:

el horizonte plano y cambiante,
la simetría de los surcos,
el caos de los pedregales.

Parece que siento
la paz de lo inerte
latiendo, 
reposado feliz,
ajeno a todo lo humano,
absurdo y pasajero.

Quiero conservar esta paz
en medio de este bucle
caótico y agitado,
donde nos batimos todos
a diario y con empeño.

Lo intentaré de nuevo.
Recién redescubierta la verdad,
no volveré a olvidarla:

La vida permanece siempre
en la armonía de las formas,
de las luces y los gestos.

En la estela del amor verdadero
que nos acompaña,
nos protege,
y nos convierte en seres 
afortunados 
y eternos.

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