Camino de Aljucén. Foto de Pablo Manzano |
Observo
la vida desde el tren,
ese
inacabable suceder
de
formas y colores.
Y me
sorprendo admirando
la
profunda belleza de las cosas:
el
horizonte plano y cambiante,
la
simetría de los surcos,
el caos
de los pedregales.
Parece
que siento
la paz
de lo inerte
latiendo,
reposado feliz,
ajeno a
todo lo humano,
absurdo
y pasajero.
Quiero conservar esta paz
en
medio de este bucle
caótico y agitado,
donde
nos batimos todos
a diario y con empeño.
Lo
intentaré de nuevo.
Recién
redescubierta la verdad,
no
volveré a olvidarla:
La vida permanece siempre
en la armonía de las formas,
de las luces y los gestos.
En la estela del amor verdadero
que nos acompaña,
nos protege,
y nos convierte en seres
afortunados
y eternos.
Qué bonito!!!!
ResponderEliminarMe ha encantado. No pares!!!!
ML
Eres una máquina pico de oro.
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